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9 ago 2013

2 Pedro 2:4-5


Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio.  Tampoco perdonó al mundo antiguo cuando mandó un diluvio sobre los impíos, aunque protegió a ocho personas, incluyendo a Noé, predicador de la justicia.  




En el libro de Ezequiel y el de Isaías, podemos ver algunas de las razones por las cuales Dios castigó a los ángeles.  Por otro lado, en el libro del Génesis vemos las razones por las que Dios mandó el diluvio y castigó a los humanos.  El día de mañana veremos el ejemplo de Sodoma y Gomorra.  Resulta interesante que cada juicio que el Señor manda y en específico estos que se mencionan, tienen raíces distintas.  Esto me hizo meditar en lo grande que es Dios y cómo nos enseña detalladamente aquello que no le agrada y por lo tanto de lo que debemos tener cuidado.  ¿Qué hicieron los ángeles?  Seguir a Lucifer.  ¿Qué hizo éste?  Nos dice Ezequiel capítulo 28 que era un querubín hermoso, elegido protector y lleno de sabiduría.  Se encontraba en el jardín del Edén y en el Santo monte de Dios.  Desde que fue creado, su conducta fue irreprochable hasta que la maldad halló cabida en él.  Se llenó de orgullo por su hermosura y por su esplendor corrompió su sabiduría.  En Isaías 14 nos dice que quería levantar su trono por encima de las estrellas de Dios y ser semejante al Altísimo.  Por estas razones Dios lo sacó del cielo.  Por estas razones fue castigado.  Por otro lado, nos dice Dios que en los tiempos de Noé, los pensamientos del hombre tendían al mal.  Había mucha corrupción y perversión.  La tierra estaba llena de violencia.  Pero Noe halló gracia en el Señor y le dio instrucciones para que él y su familia sobrevivieran.
A veces resulta difícil entender cuándo el Señor castiga y cuándo extiende su gracia.  Por esta razón, hay gente que dice que Dios es un ser de ira y juicio, mientras que si leemos los evangelios y el ejemplo de Cristo, es un Dios lleno de misericordia.  El problema radica en no estudiar a detalle la palabra y entender por qué hubo juicio y castigo o por qué se extendió misericordia.  Jehová te ama.  Te ama de tal forma que no lo puedes entender.  Te ama sin que hagas nada para merecerlo.  No te puede amar más y tampoco te puede amar menos.  Así siempre nos ha amado.  Sin embargo, el pecado que mora en nosotros nos separa de su Santidad.  Por ello se realizaban sacrificios, por ello se realizó el sacrificio perfecto de Cristo.  Para que todos los que aceptemos su muerte, seamos redimidos y reconciliados con Dios Padre.  Ahí esta su gracia y misericordia.  Sin importar cuánto hayas pecado, su gracia y amor siempre abundarán por encima de tus actos.  Sin embargo, cuando una persona decide dar la espalda a ese amor y búsqueda del Señor hacia nosotros, llega un momento (la muerte) en el que su posibilidad de acceder a la gracia termina y solamente queda juicio.  Todos pecamos.  Todos somos iguales.  Pero no todos deciden igual.  Cada uno de nosotros debe tomar una decisión que impactará por la eternidad.  Reconocer a Dios y pedir por su amor y misericordia o seguir tu camino y enfrentarse al juicio solo.  Aprendimos que el orgullo hizo que Lucifer fuera arrojado del cielo.  La maldad, la corrupción y perversión hicieron que el diluvio ocurriera.  Hoy en día debes cuestionar tus actos.  No porque debas ser bueno y por consecuencia ir al cielo.  Recuerda que Jesús es quien pagó por ti.  Cuestiona tus actos para darte cuenta si estás en la dirección correcta.  Cuestiona tu corazón.  Abre tu ser a Dios y deja que te examine.  Pide por su perdón y misericordia.  No quieres ser hallado en juicio solo.  De los errores de los demás podemos aprender.  Lucifer no supo cómo administrar tantas bendiciones que el Señor le dio.  Fue más de lo que pudo manejar.  Ten cuidado.  Pide a Dios que siempre puedas vivir agradecido con lo que te da y sobre todo que seas sabio para utilizar tus bendiciones y bendecir a otros.  En los tiempos de Noé, pensaron que estaba loco.  Prefirieron seguir con su vida pensando que todo seguiría siempre igual.  Un día comenzó a llover y fue el principio de su fin.  Que no te pase lo mismo.

Oración
Dios y Señor: yo quiero pedir por tu gracia y misericordia en mi vida.  No entiendo cómo puedes amarme tanto sin siquiera merecerlo o haber hecho algo para que me voltearas a ver.  Te agradezco por haber mandado a Jesús y permitirme reconciliarme contigo.  Perdona mis pecados y límpiame pues quiero estar en comunión contigo.  Guíame para que no caiga en los mismos errores que cometieron los ángeles junto con Lucifer o como aquellos que negaron tu voz y prefirieron seguir sus vidas pensando que Noé estaba loco.  Señor, te entrego mi vida.  Examina lo que hay en mí y transforma mi corazón.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

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