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29 ene 2016

Salmos 22:19-21

Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.  Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.  Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros.



Cuando atravesamos pruebas, pareciera que nunca van a terminar.  Oramos, seguimos orando pero sentimos que todo sigue igual.  Escúchalo bien: todo sigue igual, excepto tú.  Tú ya no eres el mismo.  Cada día que atravesamos una prueba y la vivimos pegados al Señor, es tiempo de gran crecimiento espiritual.  Cada día que pasa y la situación sigue igual, te obliga a continuar en oración constante y a reconocer lo frágil que eres y lo importante que es confiar en el Señor pues tú no puedes hacer nada al respecto.  El pasaje de hoy comienza diciendo: Señor, no te alejes.  Una y otra vez leemos en este capítulo la petición al Señor para que no se aleje.  ¿Qué no escucha Dios a la primera?  ¡Por supuesto!  ¿Para qué seguir orando por lo mismo?  Para aprender a depender de él y no de nosotros.  La oración es increíble y tristemente la practicamos más cuando atravesamos problemas.  Pon atención a la petición que está en este pasaje: no te alejes; ven pronto en mi auxilio; libra mi vida; rescátame; sálvame.  ¿Cuántas veces no te has sentido así?  ¿Cuántas veces no has necesitado que te rescaten, que vengan a tu auxilio, que te salven?  Seguramente muchas.  Pero la más importante de todas es la primera: Señor, no te alejes, fuerza mía.  2 Samuel 22 dice: El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador.  2 Corintios 12 nos habla de cómo Pablo pidió al Señor que le quitara el aguijón (el mensajero de Satanás) pero Dios contestó diciendo: bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad.  ¿Sabes?  A veces Dios no dejará que las cosas se resuelvan.  A veces pasará mucho más tiempo del que te gustaría que durara tu prueba.  Sin embargo, esto es bueno para ti.  Como dice Santiago: gocémonos cuando nos encontremos en las pruebas sabiendo que ellas producen paciencia y la paciencia produce fe.  ¿Ahora entiendes como todo está conectado?  ¿Puedes ver la perfección del Señor?  Si Cristo, siendo Dios, oró sin cesar y repetía constantemente pidiendo a Dios Padre que no se alejara, cuánto más nosotros debemos hacerlo.  No te desanimes.  No pienses que ya has orado “mucho”.  No pienses que ya ha pasado “mucho” tiempo.  Lo que sí es bueno aceptar y entender es que probablemente ya no puedes más.  Probablemente ya estás exhausto y agotado.  ¡Perfecto!  Ven al Señor y deja que su poder se manifieste en tu debilidad.  Deja que él sea quien lleve tu carga y tú la suya que es ligera.  Abre tu corazón.  Abre tus pensamientos.  Deja de esconder lo que hay en ti.  Dios quiere romper todas esas barreras y llenar tu vida.  Si te sientes desesperado es probablemente porque no quieres caer de rodillas y reconocer que no puedes más.  ¿Qué te detiene?  Llora.  Clama a Dios como lo  hizo Cristo y dile: no te apartes de mí, no me abandones, sálvame, rescátame y ven a mi auxilio.  Dile que ya no puedes más y que necesitas que él tome el control.  Insisto, las circunstancias no van a cambiar pero tu vida ya ha sido transformada después de hacer esta oración.

Oración

Padre: no puedo más.  He querido hacer las cosas a mi manera y hoy veo que no puedo.  Estoy cansado.  Estoy abatido.  Estoy triste y veo que esto es demasiado para mí.  No te apartes mi Dios.  Ven a mí y lléname de tu amor, de tu consuelo y de tu paz.  Confío en Ti.  Sé que eres real y me amas.  Sé que tienes planes para mi y te pido que se hagan realidad y aprenda a vivir conforme a tu voluntad.  Rescátame mi Dios.  Ven a mi auxilio.  Toma el control de mi vida y lleva mis cargas pues ya no puedo más.  Te lo pido en el nombre que es sobre todo nombre Cristo Jesús.  Amén

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente mensaje! Gracias Señor Jesús!

Anónimo dijo...

Excelente mensaje, Gracias Señor Jesús!🙌✨🙌

Anónimo dijo...

Arrepiéntete , reconoce que Cristo Jesús murió por ti por tus pecados y para tu vida eterna. Acepta a Jesucristo como tu único señor y Salvador