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12 jun 2015

Salmos 10:16-18

El Señor es rey eterno; los paganos serán borrados de su tierra.  Tú Señor, escuchas la petición de los indefensos, les infundes aliento y atiendes su clamor.  Tú defiendes al huérfano y al oprimido para que el hombre, hecho de tierra, no siga ya sembrando terror.



En la sociedad, hemos creado instancias que nos pueden proteger contra abusos.  Ya sea en la compra de algún producto, en el sistema financiero o incluso con la policía.  Éstas se encargan de poner en el mismo plano a las personas para que nadie tome ventaja y no se aproveche uno de otro.  Sin embargo, tristemente sabemos que no siempre funcionan y por consecuencia, tenemos injusticias.  Pero, ¿quién es el indefenso y el oprimido?  Piénsalo.  ¿Tú?  ¿Tu vecino?  ¿Alguien que no conoces?  ¿Sabes quién es el indefenso y el oprimido?  Jesucristo y todos los que queremos seguir sus pasos.  ¿Cómo puede ser Jesús indefenso y oprimido?  Muy fácil.  Teniendo toda la fuerza para destruir a cualquiera que le señalara y fuera injusto, decidió orar por ellos.  También decidió ser oprimido y azotado por causa de nuestro pecado.  Dejó que la opresión cayera sobre él sin ninguna restricción.  Ahora, en nuestra cultura, el ser oprimido o indefenso es malo.  ¡Claro!   Nos enseñan a ser líderes.  A mandar.  Nunca a servir.  Nunca a ser indefensos sino a aprender a defendernos y mucho menos dejarnos aplastar.  Sin embargo, cuando leo este pasaje con detenimiento, me encuentro con esta frase: Tú Señor escuchas la petición del indefenso, atiendes su clamor y le infundes aliento.  ¡Precisamente eso hizo Dios Padre con Cristo!  Escuchaba sus oraciones y le infundía aliento para que hiciera Su voluntad.  ¿Lo puedes entender?  Dios no nos está hablando de transformar nuestra vida material a una sin problemas y llena de abundancia.  Nos está hablando de tener esperanza aunque todo esté de cabeza.  De tener ánimo, gozo y paz a pesar de que no veamos salida ni cómo algo bueno pudiera venir de lo que atravesamos.  Tú y yo debemos aprender a ser los indefensos y los oprimidos.  Leíste bien.  Debemos ser honestos y humildes para aceptar que sin Cristo no podemos hacer nada y mientras más nos oprima el mundo más dependeremos de Él.  Pablo nos lo dice perfectamente: mientras más muero a mí mismo, más crece Él en mí.  La realidad es que el indefenso y el oprimido a los ojos del humano no tienen esperanza, pero a los ojos de Dios es otra historia.  Jesús pudo haber escogido doce discípulos con las mejores características como líderes.  Sin embargo, escogió a los menos aptos para que no fueran sus fuerzas las que predicaran el evangelio sino sus vidas transformadas por el Espíritu Santo.  Es tiempo de meditar.  ¿Estás queriendo ser grande mientras Dios te pide humillación?  ¿Estás evadiendo el sentirte indefenso y oprimido por miedo a confiar plenamente en el Señor?  Deja de luchar.  Suelta las riendas.  Permite que Dios guíe tu barco y te lleve por las aguas correctas.

Oración

Padre: mi Dios, gracias.  Gracias por enseñarme tanto.  Hoy quiero dejar de luchar y reconocer que soy indefenso.  Hoy quiero entender que ser oprimido no es malo.  Hoy quiero vivir confiado en que Tú escuchas mis oraciones e infundes aliento para que siga adelante.  Mi Dios, no permitas que me aparte de Ti pues este mundo va en contra tuya.  Perdona mis pecados Padre, en el nombre de Jesús.  Amén

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