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25 jun 2015

Salmos 12:1-2

Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo.  No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez. 



En este salmo, David no está implicando ser la última persona fiel a Dios en el mundo sino que cada vez es más difícil encontrar a alguien comprometido.  Pareciera que estamos en la misma época que David donde resulta complicado ver gente que sea luz y testimonio entre tanta tiniebla.  ¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir: ya no hay gente buena?  Es un simple dicho que resalta el alejamiento que hemos tenido como sociedad hacia el Señor.  “No hacen sino mentirse unos a otros”.  Las mentiras son una verdadera plaga.  Desde algo simple a lo compuesto, la gente miente a diestra y siniestra.  Lo triste es que una mentira no termina en el que la dice sino que permea mucho más allá.  No solo repercute en la reputación del que miente sino también en la de su familia.  Además, las personas que le rodean, simplemente no confiarán en él y probablemente terminen diciéndole mentiras para evitar un problema.  Así, todos terminan mintiendo.  Los cristianos no estamos exentos de esto.  Incluso, es triste ver que la mentira se ha apoderado de varias iglesias.  Se dicen hermanos, se hacen llamar pastores, cantan y alaban a Dios pero todo es de labios para afuera pues están llenos de mentira. 
Recuerdo un chiste acerca de la diferencia entre hombres y mujeres cuando uno se ha cortado el pelo.  Si una mujer llega con sus amigas con un nuevo peinado, todas dirán que se ve de maravilla.  Al retirarse, todas comentarán lo mal que se veía.  Por el contrario, cuando un hombre llega con sus amigos, inmediatamente le dirán lo mal que se ve y en un instante cambiarán el tema.  Aunque resulta gracioso, lo triste es darse cuenta lo acostumbrados que estamos a las mentiras.  No solo los políticos mienten, también las personas cercanas a nosotros lo hacen.  A veces lo hacen “por nuestro bien”.  Sin embargo, debemos tener muy claro que la mentira no agrada a Dios y no hay vuelta de hoja.  Hay pocos que realmente permanecen fieles al Señor y brillan entre tanta oscuridad.  ¿Cuál eres tú?  ¿Estás brillando o te estás perdiendo entre la gente?

Oración

Señor: yo no quiero ser como los demás.  Quiero ser luz que anuncie tu palabra y tus buenas nuevas.  Quiero ser testimonio y demostrar que es posible vivir sin mentiras y obedeciéndote en todo.  Te pido que el mundo no me arrastre y separe de Ti.  Te pido me guardes y sobre todo que perdones mis pecados.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén.

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