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1 jul 2008

Josué 13:7

Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de Manasés.




Después de que siguieron conquistando la tierra prometida, Josué es de edad ya avanzada y Dios habla con él diciéndole que es necesario que empiece a repartir las tierras conforme se había dicho antes. A cada tribu le correspondió lo que Dios había designado ESPECIFICAMENTE para ella. No más, no menos.
Ahora, si cambiamos las palabras por “a cada PERSONA le correspondió…” el versículo toma forma en la actualidad para poder ponerlo en práctica y entender nuestra situación.
Tu heredad la decide Dios.
Obviamente si eres una persona que no hace nada y no tiene ni para comer pues Dios no te está quitando absolutamente nada, simplemente estás experimentando la consecuencia de tus decisiones. Pero la “heredad” a la que me refiero es un poco más profunda. Tu personalidad, tu físico, tu educación, tus vicios y tus virtudes, todas estas características componen tu ser y eso es una parte de la “heredad” que el Señor te dio.
A algunas personas se les permitió crecer en familias unidas y a otras no.
Otros crecieron con más oportunidades escolares que los demás.
Unos cuantos tienen salud mientras que otros tienen que lidiar con sus enfermedades.
Jehová repartió la tierra a cada tribu. Cada lugar tenía diferentes características. ¿Por qué asignó a cada quién una distinta? ¿Por qué no dejó que Josué o los sacerdotes junto con el pueblo decidieran cómo se haría la repartición? Muy sencillo: Dios tiene pensamientos mejores que los nuestros y sus caminos son mejores que los nuestros (Isaías 55:9)
Si alguien va a decidir sin equivocarse, sin duda es el Señor. Ni siquiera Josué pudo haberlo hecho mejor.
Tu “heredad” tiene un propósito que solo TÚ puedes desarrollar. Todo lo que pasa a tu alrededor tiene como fin “pulir” tu carácter, ¡aunque ahora no lo veas!
A veces pienso que la gente se queda pensando mucho en el POR QUÉ de las situaciones en lugar de el PARA QUÉ. ¿Por qué no tengo trabajo, por qué no tengo salud, por qué me pasó esto, por qué permitiste aquello? Ahora vuelve a leerlo diciendo PARA QUÉ.
A la tribu de Leví no le tocó tierra. El Señor le encomendó dedicarse cien por ciento al sacerdocio. ¿Puedes ver lo perfecto y específico del Señor? Imagina que la tribu de Manasés se pusiera a reclamarle a Jehová que ¡por qué ellos no llevan el sacerdocio también! Sería ilógico ¿no crees? Así de ilógico lo ve Dios cuando le preguntas por qué no tienes lo que tu prójimo tiene o cuando le reclamas el que te haya sucedido cualquier eventualidad o cuando piensas que te FALTAN cosas y no ves la riqueza que Dios ya te ha dado.
PIÉNSALO. No es fácil entender por qué nos toca una heredad y no otra. Siempre vamos a querer la nuestra MAS lo que vemos de la de a lado que también nos gustó. ¿Por qué vemos solo lo que NO nos gusta de nuestra heredad en lugar de ver lo BUENO que hay en ella?
Deja que tu corazón sea humilde y agradecido con lo que el Señor ha decidido darte por heredad. Es tiempo de hacer a un lado tus QUEJAS. No tiene sentido seguir pensando que sería mejor que tuvieras esto o aquello. Las cosas son como Dios decidió repartir. Puedes seguir molesto y enojado o cambiar y agradecer lo que SÍ tienes.

Oración
Padre: gracias por mi heredad. Perdona que no valore lo que me has dado y esté pensando en que quiero lo que los demás tienen dejando así de ver lo mucho que ya me has bendecido. Quiero cambiar mi forma de ver las cosas y preguntar ahora para qué en lugar de reclamarte y preguntar el por qué. Dame fe para entender que lo que me ha tocado por heredad es lo mejor para mí. Te doy gracias por darme tanto y te pongo esta oración a tus pies en el nombre de Jesús
Amén

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